Cualquier edificio asistencial debe considerar el efecto que sobre las personas ejerce el entorno que nos rodea, tanto a nivel paisajístico como a través de la propia arquitectura. El edificio refuerza su dualidad pública-doméstica potenciando el reconocimiento de un basamento pétreo público sobre el que se apoya un esqueleto ligero de madera con los niveles asistenciales. De esta forma se propuso conseguir la materialización de un edificio amable y respetuoso con el lugar en el que se inserta sin menoscabo de las exigencias en materia de accesibilidad, evacuación y gestión de la energía.

En la disposición de los diferentes elementos del programa funcional se buscó priorizar: la relación entre los procesos asistenciales, los criterios de proximidad e intimidad, la optimización de los recorridos y el mejor flujo posible entre los recorridos delos distintos pacientes y los profesionales, consiguiendo de esta forma que cada área tenga una reconocida autonomía. La relación de los pacientes con el exterior, la calidad de los ambientes y la mejor atención especializada posible favorece la humanización de los procesos de atención que en este tipo de Clínica se producen. En planta baja, las zonas de carácter más público, con una relación abierta y directa con la calle y en las plantas más privadas y alejadas, las de atención y tratamiento.

En su conexión con el edificio existente, se entendió la misma, no sólo como un mero elemento de circulación, sino como dilatación o estancia que se produce al pasar de un edificio a otro, evitando afectar al funcionamiento interno o recorridos del edificio original.

En los espacios exteriores de la Berliner Platz se buscó mejorar su sensación urbana con una definición de bordes y desniveles que promoviese una mayor y mejor accesibilidad y disfrute, minimizando el impacto de la misma.